Presidente de la FVF Laureano González habló del fútbol femenino en Sudamérica

 

Javier Conde/ @futbolella/ @jconde64.-

Hijo de inmigrantes –padre asturiano y republicano de aúpa, madre cubana–, Laureano González nació en 1949 en la guayana venezolana, un vasto territorio de un cuarto de millón de kilómetros cuadrados fronterizo con Brasil donde los conquistadores buscaron con fiebre desmedida El Dorado. Registra la leyenda que fue en esa caliente tierra minera y aurífera donde  se jugó el primer partido de fútbol en Venezuela a finales del siglo XIX.  Desde muy joven, González, tras una breve pasantía en España, fue asimilando los códigos de este deporte fuera de las canchas. Dirigente de largo recorrido, fue quien puso a correr y a saltar y a patear a las mujeres en este país. Y parece que no es leyenda. 

 

Como el hombre no vive solo de jugar con el balón, González estudió filosofía americana –“quería saber cómo funcionaban los gringos”, acota– y entre curso y curso tomó notas para organizar a su regreso en 2004 el primer campeonato nacional femenino. “Menos mal que empezamos entonces porque no perdimos el autobús”, dice con una expresión muy criolla que hace referencia indirecta al fútbol masculino que se incorporó 40 años tarde al fútbol competitivo en Sudamérica.

 

La FVF organiza desde hace dos años la Superliga femenina profesional y en paralelo la Liga Nacional de carácter amateur, una especie de segunda división, además de torneos estadales sin un registro preciso de equipos y número de jugadoras. “Hay un deseo de participación pero los clubes masculinos aún carecen del espíritu para organizar sus divisiones femeninas”, lamenta González.

 

En Venezuela, los clubes de hombres que participan en torneos internacionales, Libertadores y Copa Sudamericana, tienen que competir en la Superliga femenina y aquellos que no van a esos torneos deberán inscribir un equipo femenino en 2019 en la Liga Nacional. Además, todo equipo federado tiene que tener un equipo de mujeres en la categoría Sub 16. “Qué ocurre, se pregunta González, que no todos cumplen y las cosas obligadas no producen buenos resultados”.

 

Además la severa crisis económica del país – es gratis el Metro y casi regalada la gasolina pero cuesta millones la comida y es literal– ha producido un éxodo de jugadoras, en mayor cuantía hacia la liga rentada colombiana. “Eso no me alegra, quisiera que jugaran aquí”, suelta el presidente de la FVF. Y ese apunte el presidente de la FVF lo extiende a toda América Latina, donde conviven realidades muy distintas y se combinan torneos profesionales, con otros semiprofesionales y, los más, de índole amateur. “El profesionalismo va a tardar mucho, hay mucha resistencia de las instituciones, que son los clubes y en Sudamérica la estructura del fútbol se basa en los clubes”, analiza.

 

Cree González que en Venezuela donde esa estructura de clubes no está consolidada pueden surgir equipos patrocinados por una empresa o un mecenas que logren destacarse. “Pero en la medida que queramos consolidar el profesionalismo tiene que haber la estructura de clubes, por el enfoque gerencial y por la formación de las jugadoras”, añade.

 

El máximo dirigente de la FVF analiza los modelos de México y Colombia, donde hay ligas profesionales,  y advierte sobre algunas situaciones. “En México reclutaron jugadoras mexicano-americanas, y sin extranjeras han logrado sostener su campeonato; en Colombia la liga fue muy buena el primer año pero no tanto el segundo, con menos gente en los estadios y menos motivación y han empezado a discutir sobre la excesiva presencia de jugadoras de afuera”.

 

Y en el caso venezolano González destaca que de la selección que compitió en los Juegos Centroamericanos de Barranquilla apenas cuatro jugadoras juegan en el país. “Esta es una discusión que no tiene sentido en el masculino pero sí en el femenino”, dice. Cada vez que hay que convocar la selección femenina supone una muy alta erogación en pasajes y “uno se pregunta para qué tengo una liga y entonces el concepto de México puede ser válido”. Pero a la vez el jefe de la FVF advierte que tener una liga tampoco es sinónimo automático de producción de jugadoras de calidad.

 

La calidad vendrá con la formación y la formación significa mucha inversión. “Los clubes le tienen que dar importancia a eso, que dejen de ver el fútbol femenino como un gasto”, reitera.